LA PIZARRA MALDITA
LA PIZARRA MALDITA
© Jordi Sierra i Fabra 2014
Pendiente de la pizarra.
La maldita pizarra.
Aún era negra, y en ella se escribía con tiza. Casi un anacronismo. Nada de una superficie blanca y lisa, fácilmente frotable con un paño húmedo o un borrador
o la simple mano. Nada de rotuladores de colores. Y mucho menos una tablet. Una pizarra clásica, como las de antes, como las de toda la vida. Eso pasaba
por estar en un club pobre.
Carlitos la miró de reojo.
Tantos días con la mirada pendiente de ella.
Tantos nervios.
Como hoy.
Ya era la hora.
¿Por qué el retraso?
¿Dudas en el último momento?
—Oh, vamos, vamos —apretó las mandíbulas
El hombre comenzó a escribir los nombres.
Emilio, Sancho, Martín, Gonsalves, Assekeke, Miró, Pantaleón, Mubo’o, Pons, Gustavinho y Uberriogaka. Suplentes: Néstor, Petrov, Mateos, Vilardell y Miranda.
Carlitos cerró los ojos.
No estaba en la alineación.
Ni siquiera con los suplentes.
Otro partido más, el entrenador no contaba con él.
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